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Verónica Riedel
Una visión de Food Design donde la Tierra y el Arte se encuentran
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En el corazón de Madrid, entre pigmentos naturales, fibras vegetales y aromas ancestrales, se despliega el universo sensorial de Verónica Riedel. Artista multidisciplinaria guatemalteca, Riedel transforma ingredientes cotidianos como el café, cacao, té, cúrcuma, pimienta, rosas de Jamaica y hierbas curativas en obras que dialogan con la tierra, el cuerpo y el tiempo.

Su enfoque es una alquimia entre arte y sostenibilidad: "El concepto de mi obra es como el micelio", explica Riedel, refiriéndose a esa red subterránea de hongos que conecta los bosques como un sistema nervioso vegetal. Así, su trabajo no solo es estético: es una propuesta de reconexión con lo vivo. "He visto muchos artistas usar plásticos y materiales tóxicos. Yo quiero colaborar con la Tierra. Mis obras son biodegradables."

Con años de estudio en técnicas de conservación y fermentación, Riedel no solo pinta con alimentos: tiene que hacer un proceso que es químico, bioquímico que consiste en parar el proceso de fermentación o el proceso de degradación de la comida.

“El arte lo tienes que curar, y es por ello que lo tienes que poner en una formula con aceites y con barnices para parar y secar a lo largo del proceso”.

Cada pieza está impregnada de intención, memoria y futuro. Usa moldes, lino, botellas de piña, tejidos naturales e incluso impresiones generadas con inteligencia artificial que evocan floras por venir.

Actualmente, trabaja con lana de oveja, mimbre, algas disecadas y fibras vegetales, pero ya piensa en su próximo experimento: el vino. “Nunca lo había considerado, pero ahora que me lo mencionan, voy a investigar qué tonalidades ofrece. Hay también tela de uva… será una nueva exploración.”

Este año, partcipará en la Bienal de Arte Paiz en Gautemala, con una instalación tejida con algas del lago Atitlán. Cuyo proyecto entrelaza lo dañino de una cianobacteria invasiva que se ha aparecido dentro del lago con lo ancestral un alga maya que está en extinción. “Será un tejido entre lo malo y lo bueno”, resume.

Verónica Riedel nos invita a mirar el mundo natural no como un recurso, sino como un aliado creativo.